El 24 de mayo de 1785 se reunió el Ayuntamiento en pleno para tratar varios asuntos; dos de ellos tenían relación con los edificios feriales. El antiguo, en el paraje de Los Llanos, y el nuevo, en las eras de Santa Catalina, extramuros de la villa. 

El 3 de junio se acordó la demolición de la venta de los Llanos. El inventario de los materiales que se reutilizarían en el nuevo edificio ferial eran 14.700 tejas, 955 ladrillos, 253 rollizos, 9 viguetas, 17 cartones, 91 tirantes, 60 cabrios, los umbrales de puertas, el pilón y el brocal del pozo. 

Mientras que el lugar de Los Llanos languidecía, las inmediaciones del paraje de Santa Catalina se revalorizaban. Atraídos por el empuje comercial de la Feria nuevos vecinos se asentaban en Albacete. 

El primer plan urbanístico indica la senda de crecimiento dictada por el mayor foco de atracción comercial que tuvo la ciudad: la Feria. Además, responde a unas normas que superan las tradicionales aperturas de calles y delimita el sector de urbanización en el ejido concejil alrededor del edificio ferial.

El aumento demográfico mencionado trajo consigo una demanda de suelo para construir viviendas ya que no existían casas ni solares disponibles en la villa. Por ello, y ante la petición colectiva que pedía el terreno concejil existente desde la calle de Santa Catalina hasta el edificio ferial, el Ayuntamiento no tuvo más remedio que acceder a ella. El 15 de junio de 1785, acordó urbanizar este paraje atendiendo a razones de ornato y belleza, puesto que las nuevas casas se construirían bajo las reglas que se les exigirían, respetando el plantío de olmos, que desde la calle de Santa Catalina llegaba a la Feria. Por ello, las casas irían a su espalda, dejando un espacio suficiente para el crecimiento de los árboles, lo que indica que su plantación era reciente y que atendía al proyecto de feria corregido por la Real Academia de San Fernando, el de Antonio Cuesta, de 1784, que mostraba tres paseos arbolados que desde el mismo edificio partían hacia el exterior de forma radial. El central podemos considerarlo antecedente del futuro parque de Los Jardinillos. El 30 de agosto de 1786 el Ayuntamiento destinó 400 ducados al plantío de olmos.

Las puertas principales debían estar en la misma carrera. Los edificios debían guardar en su aspecto simetría y debían obedecer a la planta y diseño que les formaría el maestro alarife, Joseph Lozano. Al mismo tiempo, el alférez mayor, don Fernando Carrasco, y un regidor examinarían los demás solares y sitios despoblados que hubiese dentro de la población para que sus dueños los levantasen, vendieran o arrendasen con el fin de mejorar la estética y función de las viviendas.

Enlace La Tribuna

 

 

 

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