Durante los siglos XVI y XVII era frecuente hablar de mesones y fondas en Albacete para alojar viajeros y mercancías en los caminos regionales.
Las posadas, como establecimiento, era la palabra concreta en la que aparecen documentadas con más claridad ya en el siglo XVIII. Esta distinción explica que muchos edificios que hoy se llaman posada fueran casonas o mesones. Evidencia documental sobre posadas en el siglo XVIII existe informes de la villa de 1752 y 1766 que informan que en Albacete había puestos de venta, que incluían posadas, tales como la Posada Nueva, Posada de la Fruta, Posada de la Piedra, algunas para viajeros y carruajes y otras para venta de comestibles.
El maquetista José Carlos Molina recrea la que existía en la esquina de la calle Zapateros con la Plaza Mayor.

